¿Cuántos de nosotros hemos visto a alguien cantando en un micro? ¿A cuántas personas con alguna discapacidad vimos subiendo y bajando de una unidad de transporte público?
Muchas veces, incontables. Esa debe ser la misma respuesta para este hombre, cuando pregunta si le permiten subir por unos minutos a cantar en un micro.
La negativa verbal puede entenderse. Pero lo indignante fue ver que chóferes y cobradores pasaban de largo e incluso le cerraban la puerta ignorándolo. Incluso uno que paró muy cerca, al ver que se acercaba, avanzó para luego acelerar.
Afortunadamente, luego de mucho esperar, alguien dijo sí. Y al empezar y al terminar, él sólo dijo: Gracias.
Cada uno saque su propia lección.